Mañana se dará a conocer la lista de los nominados en esta 86 edición de los Oscar. Desde ese momento y hasta el 2 de marzo, mes y medio para que el común de los mortales hagamos nuestras quinielas y para que los académicos elijan a los ganadores. Pero, por partes: para poder pasear por la alfombra roja la media sonrisa de nominado, antes hay que pasar una primera criba que, como nuestro sistema electoral, ni se acerca al ‘una persona, un voto’. Si es más o menos justo, júzguenlo ustedes mismos.
Desde el 27 de diciembre hasta el 8 de enero ha estado abierto el plazo de votación para los más de 6.000 miembros de la Academia de Cine de Hollywood. Cada votante, en lugar de marcar un único candidato con una X, propone a sus favoritos por orden de preferencia. Los académicos participan por sectores en las categorías de su rama -por ejemplo, los actores sólo votan en las cuatro categorías de interpretación-.
Del escrutinio se encarga desde hace décadas la consultora Price Waterhouse, que utiliza un método llamado ‘de voto transferible’, ‘voto preferencial’ o ‘voto alternativo’ con el que cuenta no sólo el candidato predilecto de cada votante, sino el orden de sus preferencias. Cojan aire y calculadora. Price Waterhouse hace el recuento de papeletas y, según la participación, determina el número mínimo de votos que necesita una cinta para estar nominada. Si una película alcanza esa cifra y tiene un excedente de votos superior al diez por ciento, se usa la regla del superávit y los votos sobrantes pasan a la siguiente elección en la lista del elector.
Hay un segundo recuento y, los votos de las películas que tienen menos de uno por ciento del total también son redistribuidos y pasan a aquel filme que todavía compite y aparece en el primer puesto. Llegados a ese punto, se hace la suma definitiva. Cualquier cinta que en ese momento tenga al menos un cinco por ciento de los votos pasa a estar nominada a mejor película.
Dada mi incapacidad para los cálculos, he tratado de explicarlo de forma sencillita, pero para quien esté interesado en saber al detalle cómo funcionan estas votaciones, en Premios Oscar explican muy bien la ecuación.
Aunque pueda parecer injusto, los entendidos aseguran que es el método más eficaz cuando hay más de dos competidores ya que evita que un candidato apoyado por una minoría suficiente gane si es mal valorado por una mayoría. Por eso, el voto preferencial beneficia a quienes tienen un amplio apoyo entre los votantes, aunque no sea como candidato predilecto.
En unas horas, Chris Hemsworth, protagonista de Thor, y la presidenta de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, se encargarán de la lectura de los nominados en un acto que tendrá lugar en el teatro Samuel Goldwyn de Beverly Hills. Pero ahora ya sabéis -sabemos- un poco más de todo el baile de papeletas que hay por detrás.