Tal día como hoy en 1986 falleció el director austro-húngaro Otto Preminger. Una excusa perfecta para recuperar uno de los clásicos del séptimo arte y una de las mejores cintas de temática judicial junto a piezas como Doce hombres sin piedad (Sidney Lumet, 1957), Testigo de cargo (Billy Wilder, 1957) o Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan, 1962): Anatomía de un asesinato (1959), un estudio de casi tres horas sobre la culpabilidad, los celos y las triquiñuelas legales.
Anatomía de un asesinato presenta la historia del apuesto teniente Frederick Manion (Ben Gazzara), acusado de haber matado al hombre que supuestamente violó a su esposa, Laura, una Lee Remick muy sexy pero infinitamente menos misteriosa y sofisticada que la Laura más famosa de Preminger, Gene Tierney. Del caso se encarga un abogado en horas bajas al que da vida James Stewart, mientras que al frente de la acusación aparece George C. Scott, el general ‘Buck’ Turgidson de Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? (1964).
El enfoque es interesante: no se muestran los hechos desencadenantes, ni la violación ni el asesinato, así que al criterio de cada quien queda decidir si el siempre honorable James Stewart está defendiendo a un culpable… Aunque ¿es culpable un hombre que mata a quien acaba de deshonrar a su mujer? ¿O aceptamos enajenación mental transitoria como excusa? ¿Y si no hubo abuso sexual? Y el acabose: ¿no será ella la causante por ir vestida pidiendo guerra?
Estos y otros dilemas morales se plantean en el juicio a través de largas sesiones de preguntas, circunloquios y evasivas. Y entre medias, el director insinúa algunas de las ranuras del sistema judicial estadounidense, resquicios legales que todo hombre de ley que se precie debería conocer.
Para terminar, recordar dos colaboraciones de lujo: la jazzística banda sonora la firmó Duke Ellington, que también se marcó un cameo, y los títulos y la cartelería fueron obra de Saul Bass, un habitual en el cine de Preminger y especialmente conocido por sus trabajos con Hitchcock. Y un chascarrillo: la película fue polémica en su momento por la repetida aparición en pantalla de palabras como ‘violación’ y, sobre todo, ‘bragas’.